Cielito, en varios momentos de mi día, aquí en la finca he tenido pensamientos cómo "le voy a enviar esta foto a mi amor para que vea este paisaje tan lindo" o "Ay! Le voy a contar esto que me pasó" y luego recuerdo que ya no estás aquí, sino allá, y desde allá ves mucho mejor que yo, tienes una visión mucho más bella que la mía, se que desde allá de hecho alcanzas a abarcarnos a todos desde el amor infinito de Dios. Gracias amor mío por tanto que me has enseñado en el transcurso de estos 50 días que no te he tenido a mi lado, gracias porque en tu ausencia Dios me ha permitido crecer muchísimo, Dios me ha permitido ver propósitos maravillosos para mi vida, me ha permitido tener la gracia de ver su obra grandiosa en mi vida, en mi alma y en mi corazón y te digo gracias mi amor porque tu fuiste esa ficha buena y especial que Dios quiso tener para desencadenar un montón de bendiciones para nosotros aquí en la tierra, Dios cortó una de sus flores más bellas en la tierra para sembrar en el jardín del cielo y que retoñara mucho más abundante. Por eso te digo gracias mi amor, gracias a ti amor de mi vida por ayudarme a amar más a Dios, por ayudarme a seguir su voluntad, por ayudarme a ser más fuerte, por ayudarme a ser luz y sal para el mundo, gracias amor de mi vida por ser el amor de mi vida, cuán orgullosa me siento de ti esposo mío, y como dice la canción de la hermana Glenda "Tu me amaras, yo te amaré, alianza eterna entre tu y yo, tú me amaras, yo te amaré hasta que la muerte nos una más", así es mi amor, te lo dije en la primer carta que te hice llegar al cielo por medio de mi ángel que se que es el mensajero "ni la muerte nos separa, porque siempre estaremos unidos", eres legado amor mío, eres un rayo de sol que nunca se apagará y siempre resplandecerá en nuestras vidas.
Mi Jesús amado bendito seas mi Señor, bendito seas que me concedes toda gracia de bienes espirituales como le dices tú hoy en tu palabra, porque los siento, porque veo como fortalecen mi alma, porque me ayudan a crecer, porque veo como floresco aún en medio de maleza, porque te siento, mi Jesús, te siento vivo y presente. Gracias por acogerme con tanta ternura y delicadeza, de la forma más especial posible llegas hasta mi corazón y limpias mis heridas, las vendas y estas pendiente de hacer la curación.

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