Amor de mi vida, el tiempo pasa corre muy rápido, ya se acerca de nuevo aquel 23 de agosto en el que partiste, en el que en mi vida se hizo un antes y un después, increíble, ya casi un año de tu partida, y aunque el tiempo pase para mi sigue siendo un ayer que te vi, y entre más tiempo transcurra yo más te extraño amor mío, es inevitable pues es humano, y es que en cada día que vivo te veo presente, en la que era nuestra cotidianidad, no hay una compañía que se compare a la tuya, ni una conversación que me supla las qué teníamos juntos.
Sin embargo mi cielito, el Señor no sabe medirse en bondad, en generosidad y me dota de lo que necesito en el momento que lo necesito, no alcanzas a imaginar el regalo tan grande que ha sido la comunidad para mi 'Lazos de amor Mariano', ha representado para mi alma un salvavidas, un flotador para no ahogarme en el mar qué me rodea, el tener todos mis días ocupados, el constante estar al servicio de Jesús y de María, es una constante lucha por mi santidad, es un constante trabajar por una nueva vocación, como me decía el Señor en estos días en el libro 'El y yo': "No creas que pierdes tu tiempo deteniendote a amarme, contemplarme y adorarme. Esto es lo que se llama 'hacer oración' y es algo que sobrepasa en dignidad toda otra ocupación".
Pero también debo contarte que llegan días en los que me debo quedar en casa, días en los que solo estamos Agustina y yo y son justo esos días en los que en mi corazón aumenta tu ausencia, pues mi mente divaga, días en los que ni yo misma me entiendo, son días en los que siento con mayor intensidad qué no estás, pero como te venía contando, el Señor no sabe medirse en bondad, y siempre está allí para respaldarme, para decirme como en el evangelio de hoy "Levántate, no temas", pues aunque te fuiste me dejaste algo que me llena y me reboza el corazón, me dejaste algo que no sé que sería de mi sin ello, me dejaste ese amor que solo tu sabias darme, me dejaste la ternura de tu alma, me dejaste las caricias de tus manos, me dejaste la calidez de tus palabras, me dejaste los abrazos de tu corazón, me dejaste la sonrisa de tus ojos, me dejaste quien llenara mis vacíos y curara mis heridas, ¡me dejaste a nuestra Agustina! La miro, la contemplo y no puedo parar de darle las gracias a Dios por haberla creado para nosotros, por cada detallito que puso en ella, por tenerle un propósito tan grande para mi vida, para mi alma, para mi corazón, y es que con tan solo 3 añitos de edad, la luz de su interior es tan inmensa, es una total bendición y gracia de Dios tenerla conmigo.
Hoy Jesús me respondía en oración a través de un libro "Una madre al dar a luz experimenta dolor, pero a través de esa agonía hago surgir una vida nueva, un tesoro nacido de la tribulación. Cincelandolo y puliendolo, un vulgar trozo de piedra se transforma en una joya. Con ese mismo esmero beso yo tu vida, para que de tu dolor salga un tesoro para mí: la belleza de espíritu. No te preocupes si ni siquiera entiendes que es lo que anda mal. No hace falta que identifiques cada una de tus preocupaciones para que yo te ayude. Conozco tu corazón y no hay carga que sea muy pesada para mí. Te ayudaré a entender aquellas cosas que te tienen confundida y te indicaré qué hacer."
¿Sabes? Soy muy bendecida amor, por sentir cada día, a cada momento, como el Señor me ratifica su amor y su fidelidad, sin importar como sea yo, como me hace saber que él está conmigo, como me hace sentir de amada, de especial, de importante, ¡de elegida!
Un te amo de aquí al cielo hasta el infinito y más allá.
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