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Amor mío, gracias por no dejarme sola, gracias por dejarme tus palabras en mi mente tan vívidas, tan optimistas, tan alegres, porque te rememoro en ellas y las puedo seguir aplicando a mi vida, porque siento que alcanzo a conversar contigo, de una u otra forma, de alguna situación que esté enfrentado, siento que me dices que de hecho puedes ahora presenciar todo tu hogar y antes no, gracias a ese extremo amor de Jesús por nosotros. Ha sido un muy duro caminar mi cielito, un camino que jamás en mi vida pensé recorrer, ver a nuestra niña crecer, verla tan avispada, ver que no estás para que lo contemples (aunque se que siempre nos verás desde arriba y desde allí no te perderás nada); ayer le decía a Jesús de forma egoísta que me dejara de utilizar como su instrumento con tal de que me devolviera a mi esposo, y el Señor en su bondad, en su belleza, es muy paciente y es lo lindo de que haya sido hombre, pues nos comprende, comprende nuestra debilidad, comprende nuestros momentos de tristeza, de rabia, de angustia, nuestros momentos de desasosiego y de temor, nuestros interrogantes, porque le mentiría y le sonreiría con falsedad si le dijese a Dios que siempre estoy de acuerdo con su voluntad, y eso es lo que lo hace un Dios bueno, el que nos escucha abiertamente y comprende cada uno de nuestros sentimientos, como Padre bueno y maravilloso que es.


Existen muchas formas de contemplar a Jesús, se le contempla en cada papel que los evangelios nos muestran de él, y en como al contemplarlo lo traemos a colación a nuestra situación actual. Desde que te fuiste mi vida le he contemplado como el buen Pastor (como el salmo 23 que sabes que es mi favorito), pues como te he dicho, no he sido yo, he contemplado como Jesús me ha mantenido entre sus brazos como a la ovejita que se desorientó, cómo me ha defendido y me ha protegido de lo que pueda estar ocurriendo a mi alrededor, cómo me ha tranquilizado, me ha mimado, cómo me ha dado su calor, cómo me ha alimentado, cómo me ha ayudado a continuar.

Pues bien, desde hace 3 días siento que me ha permitido experimentar algo nuevo, me ha dejado contemplarle en un papel un poco mas complejo, pero sigue siendo el mismo Jesús, me ha dado la gracia de contemplarle dormido en la barca (Mt 8, 23 - 27) aquel momento en el que los apóstoles iban mar adentro con él estando dormido y comenzó una gran tormenta que levantó un fuerte oleaje, ellos muy asustados lo despertaron y le pidieron que los salvara, él les llama la atención diciéndoles hombres de poca fe y de inmediato increpa el mar y el viento y se desata la calma.

Hace 3 días siento que he sido yo de nuevo, yo siendo yo, contemplando a Jesús dormido en la barca de mi alma, no se ha ido, allí sigue, pero dormido, se que no me dejará ahogar pues está allí, pero hace que sea un poco mas difícil remar, siento que me lo permite porque son espacios que también debo tener para sanar, en el que el está aún pendiente de mí, analizando la capacidad que tiene mi fe para navegar y no entrar en desesperación. En este contemplar a Jesús dormido, entra mi cotidianidad, la cotidianidad que conlleva el día a día que solía hacer contigo y ahora lo hago "sola", ese sola entre comillas porque a mi alrededor tengo personas maravillosas.

Me asusta un poco, porque entro en la labor de los discípulos en ese momento, en esa noche oscura, sentir que pierdo el control de mi barca, elevar una súplica agitada, gritarle y pedirle con desmesura que me salve. Sin embargo aun estando dormido, hace algo diferente al pasaje del evangelio y es que me enseña que en mi barca no estoy sola, además de él, navegan conmigo María y José, y como me decía Mamá esta mañana "cuando no sepas por qué rezar, cuando no te des cuenta de qué es lo mejor, simplemente pídeme que rece por ti; mi intercesión hará que veas bien lo que no puedes ver claramente", así mismo san José he llegado para remar en mi vida en un lugar imprescindible, para brindarme una asistencia tan especial, tan tierna, tan oportuna, tan necesaria, el me conoce, el sabe que me hace falta, el me decía hoy "Has venido a mi taller porque sientes la necesidad de hablar conmigo, quieres desahogarte de tus tristezas... Has venido a mi taller a entregarme tus preocupaciones, necesitabas sentirte escuchado... en el fondo de tu corazón sabes que no te irás de mi carpintería con tus manos vacías. En este día has venido a mi taller con la ilusión de encontrar una salida rápida a tus problemas, el pensar en tu futuro te desconcierta porque aún no tienes plena confianza en el Señor... Has venido a mi taller porque algunas veces en tu corazón sientes intranquilidad y hasta llegas a experimentar desánimo y miedo; en Mí encuentras la paz, la fuerza para seguir viviendo".

En este contemplar a Jesús dormido mi amor, me encuentro a mi misma, desnuda a sus pies, una desnudez espiritual, desnudez de alma, desnudez de corazón, desnudez de sentimientos, vulnerable a su presencia, vulnerable a su voluntad, me encuentro despojada de todo, abandonada por entero a él, uniendo mi dolor al suyo, como dice Jesús Adrián Romero en su canción "ofrenda de amor, un sacrificio agradable a su honor, grato perfume". En este contemplar a Jesús dormido aprendo a caminar con otros zapatos, sumo como le digo yo, mas Cristomonedas para canjear cuando llegue algún día al cielo.

Hoy con san Agustín puedo decir con certeza "Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto, hasta que descanse en ti".

Un te amo de aquí al cielo, hasta el infinito y más allá!

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